El incidente de Wendy's
Hace una semana, yo y tres amigos fuimos a comer una cena rapida en Wendy’s. Sin ningún plan salvo gozar de unos batidos de chocolate, nos sentamos y platicamos por un ratito. Mi amiga echó a reírse hasta que no podía controlarse y yo eché un vistazo por el restaurante a ver sí alguien oía nuestro ruido. En aquel momento sentí una oleada de audacia en mi espíritu. La que se sentaba a la izquierda se volvió hacia mí y preguntó si debíamos ministrar a la gente del restaurante. Sentí un gran “sí” desde Díos, y sin pensar, de repente me levanté y quedaba frente a una pequeña masa de gente. Anuncié en inglés y español algo sobre el deseo de Dios que se sane la gente, y que querríamos orar por cualquiera persona que tuviera una enfermedad o cualquiera otra necesidad. Una mujer lo señaló a su esposo, y nos acercamos a ellos. Fue un pastor de una iglesia local. Oramos para que Dios les diera provisión financiera y bendición.
Luego, afuera, habían unos hombres sin hogar, claramente borrachos, sentados junto al portal. Me pidieron dinero para cigarrillos, a lo cual contesté un ‘no’ firmo. El que se llama “Dave” declaró que era veterano de la guerra de Vietnam.
“Siempre que conozco a veteranos como usted,” le dije en serio, “quiero decirles ‘bienvenido a casa, y bien hecho, le agradezco mucho su sacrificio.’”
Antes de que pudiera acabar de decirle eso, rompió a llorar. Había sufrido heridas profundas a causa de las cosas que vio en la guerra. Hasta haber enseñado en la universidad de Cornell (y ya sin hogar), todavía llevaba en su corazón los soldados que se le perdieron y el dolor de haber matado a otros. Le hablamos del amor poderoso del Padre Celestial que puede cubrir y sanar esas heridas y oramos por él. Después se ponía alegre y sobrio.
Mientras tanto, los otros dos amigos habían orado por un chavo con dolores de las rodillas. Se había levantado, confundido por la desaparición súbita de todo el dolor. El libro de Hechos en Wendy’s…¡Alabado sea Dios!
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