Saturday, April 25, 2009

Los milagros

“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.” – Juan 14:12

Cuando leo este versículo, me entusiasma mucho. Quiero hacer obras mayores. Es una lástima que hemos dejado al lado la revelación de estas palabras de Jesús por alguna razón. Quizá es que no la entendemos, pero lo dudo. Más probable es que la fe necesaria se nos escapa, y que tememos al hombre en general. Estoy muy culpable de eso. El hecho es que las obras no dependen de nosotros, sino en Él que vuelva al Padre. Suelo decir que lo que no tenemos, faltamos, por falta de pedirlo.

Le puse la mano en la pierna. El muchacho de nueve años me había dicho que le dolía el tobillo, y que podía estar roto. Oré una oración corta, pidiéndole a Dios que el dolor deje su cuerpo. Es muy fácil orar para los niños: tienen una fe profunda, pues el mundo no la ha adulterado. El dolor todavía quedaba. “¿Otra vez?” le pregunté. Oré. Giró el pie en círculos lentos. “¿Cómo te sientes, mejor o peor?” “Mucho mejor.” Tampoco les sorprenden mucho lo sobrenatural. Unas horas más tarde le pregunté si todavía no tenía dolor. Como respuesta, corrió a toda velocidad a través del campo de fútbol y de vuelta.

A veces pensamos que estas cosas sólo ocurren en países extranjeros, o peor, que no ocurren nada hoy en día. No tenemos que ser un "Fray Gomez" ni tener una almohada de piedra. ¡Yo no soy alguien especial! Los milagros son un señal del amor de Dios que cualquier cristiano puede demostrar. Lo dijo Jesús. ¿Lo vamos a creer?

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