Monday, February 9, 2009

La mujer de Lázaro…

Cuando uno sufre un gran pesar como Lázaro soportó el hambre por tantos años, no es de extrañar que esté dispuesto a aguantar la deshonra para mantener la comida y el techo. Se dice que no muerda la mano que le da comida. Quizás Lázaro añadiría, “a menos que la mano sea de un ciego brutal, en tal caso asegúrate que ése se rompa la cabeza en un poste.” La realidad es, ser cornudo es mejor que morir de hambre, en el caso de Lazarillo.

La situación de la mujer es algo diferente. Al leer la primera vez la escena donde llora fuertemente de vergüenza sobre sus tres hijos ilegítimos, parece que ella reina sobre todo más que el Arcipreste sobre sus servidores. Logra manipular a los dos hombres evidentemente sin temer que ellos la echan a las calles, puesto que es mujer deshonrada.

Los instintos de sobrevivir son los más fuertes de todos. Los humanos a menudo temen el cambio en general; evitan la incertidumbre porque amenaza su supervivencia. Lázaro, que ha pasado toda la vida bajo amos que le niegan la alimentación, quiere salir por fin de esa incertidumbre nublosa para tener paz en su casa. Como el mozo que se casó con una mujer brava, hice lo posible para mantener el estatus quo.

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