Thursday, February 26, 2009

Tan largo me lo fiáis.

Este refrán notorio lleva la idea deformada de la gracia de Dios que mantiene don Juan. Su concepto problemático de la gracia revele una mentira que a menudo creemos ser verdad, y eso es la noción que la gracia sólo sirve para que entremos en el cielo. Por supuesto, eso sí es verdad, pero falta el propósito entero de la gracia que viene de la cruz. Recibir la clemencia al arrepentirnos de nuestros pecados y aceptar a Jesús como Señor es la primera forma de la gracia, pero también funciona como el poder de cumplir la voluntad de Dios, o sea que con la gracia tenemos el poder de no pecar; de hacer lo bueno. Ese poder viene del Espíritu Santo, no de nuestros esfuerzos humanos.

Digo que es una mentira porque si Jesucristo solamente quisiera que entremos en el cielo, no nos habría dejado aquí con el Espíritu mientras irse al cielo. El propósito de la gracia de Dios es para que andemos no atados a la ley del pecado, la cual lleva a la muerte, y sólo entonces somos capaces de hacer el trabajo de Dios.

Don Juan se equivoca en que tenga mucho tiempo para arrepentirse. Pero le da más placer al diablo que gasta su vida atada a los deseos de la naturaleza pecaminosa, porque no está avanzando el Reino de Dios—de hecho, con tal vida decadente, lo está destruyendo las vidas de la gente.

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